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En el post anterior comentaba que la existencia de la
selectividad demostraba desconfianza en el sistema educativo, específicamente
en los dos cursos de bachillerato.
Ahora bien, ¿qué es la selectividad? Es un conjunto de
pruebas que se realizan en España para determinar qué estudiantes acceden a la
universidad y qué estudios pueden realizar.
Entonces, al ser pruebas escritas ¿son las mismas para todos
los estudiantes? ¿contienen las mismas preguntas, idénticas dificultades? Por
lógica, así debiera de ser. Tendría que ser el mismo examen para todos, por
ejemplo, el de Matemáticas II o el de Lengua, Filosofía, Biología, etc.
Pues, no. No es así. No se cumple esa equidad en España. ¿Por
qué? Porque cada comunidad elabora sus propios exámenes en base a dos lineamientos
comunes dictados por el Ministerio de Educación y Formación Profesional: los
contenidos (repartidos en bloques) y los criterios de corrección.
Por más que exista un consenso entre los ilustres profesores
de cada comunidad, es imposible obtener una verdadera paridad entre las
comunidades. Podrá haber una aproximación, pero nunca igualdad.
Al no haber un examen de selectividad único puede conllevar a
favorecer a un estudiante de determinada comunidad y, por ende, facilitar plaza
en una carrera universitaria de alta demanda (que generalmente tienen cortes de
nota elevados, como por ejemplo, medicina).
Pero, ¿qué es un examen? o, mejor dicho ¿qué pretende representar
un examen? Cuando un estudiante presenta un examen en un tiempo determinado (1
a 2 horas) tiene que demostrar que maneja, comprende y aplica los contenidos estudiados,
aprendidos. En otras palabras, se evalúa el alcance de su aprendizaje y el cumplimiento
de los objetivos que la perfilan.
¿En qué se diferencia un examen difícil de otro menos difícil?
¿De qué depende la dificultad de un examen? Existen varios factores: desde la
cantidad de preguntas que contenga hasta cómo son redactadas o planteadas las
mismas, además de cuánto “pesa” cada una de ellas en la calificación final.
Ningún profesor es perfecto y ningún equipo evaluador es
igualmente perfecto. Si bien es cierto que los contenidos y criterios de
corrección son únicos para todas las comunidades, no se obtendrán exámenes de
selectividad iguales si son elaborados por diferentes equipos de profesores.
Serán símiles, mas no idénticos en cuanto al nivel de dificultad. Por ejemplo, en
un examen de matemáticas no es lo mismo resolver tres ejercicios de cálculo y
un problema, que dos y dos respectivamente, porque en los de cálculo solo se
demuestra que maneja las propiedades sobre las que se basan las matemáticas y,
en los problemas evalúan comprensión y aplicación de dichas propiedades. Tampoco
es lo mismo cuando se pide, además del cálculo un análisis redactado del
resultado. En otras palabras, no es lo mismo preguntar las tablas de sumar,
restar, multiplicar y dividir que resolver problemas aplicándolas (es un
ejemplo muy básico, pero ilustrativo).
Según los Principios (Capítulo I, artículo 1) de la Ley
Orgánica vigente de Educación enuncia (el subrayado es personal):
“El
sistema educativo español, configurado de acuerdo con los valores de la
Constitución y asentado en el respeto a los derechos y libertades reconocidos
en ella, se inspira en los siguientes principios:
a) La
calidad de la educación para todo el alumnado, independientemente de sus condiciones
y circunstancias.
b) La
equidad, que garantice la igualdad de oportunidades para el pleno desarrollo
de la personalidad a través de la educación, la inclusión educativa, la igualdad
de derechos y oportunidades que ayuden a superar cualquier discriminación y la
accesibilidad universal a la educación, y que actúe como elemento
compensador de las desigualdades personales, culturales, económicas y sociales,
con especial atención a las que se deriven de cualquier tipo de discapacidad.”
Si la Ley de Educación lo reza tan explícitamente, entonces, todos
los estudiantes debieran de presentar el mismo examen de selectividad (de
cualquier materia) sin distingos de residencia. El sistema actual implantado
para la selectividad no garantiza la igualdad de oportunidades porque los
niveles de dificultad de los exámenes varían de una comunidad a otra.
En el próximo post, la última parte de este tema candente y
actual.
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