domingo, 1 de mayo de 2016

Ser madre...


Ser madre es como vivir en un castillo que has construido poco a poco, piedra a piedra con las  que vas tropezando en el camino: el primer resfriado, las fiebres, que no es el biberón por lo que llora, correr a urgencias porque no sabes qué le duele, porque es muy pequeño y no dice, porque sientes el peor de todos los miedos y sin embargo lo abrazas, le sonríes hasta que todo ha pasado, y aprendes… Entonces recoges las piedras y las colocas, como testigos, a continuación de las anteriores y así eriges la muralla, luego la torre, mientras ellos crecen sin que te percates del paso del tiempo, e insistes, en tus pensamientos, en llamarle “mi bebé” mientras los ves pidiendo una cerveza al camarero, te muerdes la lengua para no decirle “no más de dos vasos que no has comido”, y otra voz es quien se lo recuerda. Es entonces cuando te das cuenta de tus mandatos, de que eres una reina, que siempre lo fuiste y que no dejarás de serlo, aún después, cuando tenga que cumplirse la inquebrantable ley de vida.


1 comentario:

  1. Qué bien lo has descrito amiga de mi corazón...y los ves irse y te quedas mirando mientras caminan, con su mano tomada de una mano que no es la tuya. Entonces sientes un apretón en el pecho, porque ha llegado el momento por el cual tanto te esforzaste: que hagan su vida sin necesitarte. Y la nostalgia se junta con la melancolía y empujan hacia afuera aquellas lágrimas que sin saberlo ahorraste para cuando fueses mayor. Entonces te miras al espejo y te dices: se ha hecho un hombre y tu le has ayudado a serlo.
    En su mirada notas el brillo que dan las ganas de desapegarse y de volver al mismo tiempo. Comprendes así que él sabe que tu amor jamás se mudará de puerto y cada vez que sienta su barco zozobrar tendrá un muelle donde asegurarse para llenar sus arcones vacíos de fuerza y esperanza.
    Te quiero mucho amiga y hermana de la vida.
    Pia

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