miércoles, 21 de octubre de 2015

Yo prefiero el método clásico


Existen varios métodos para enseñar a leer y ¿cuál es el que yo prefiero? Si son niños escojo el método clásico, también conocido como tradicional o silábico:

Desde edad temprana los niños “aprenden a leer” y mucho antes de lo que pensamos. La lectura es la decodificación de un código escrito (ver Mis primeras letras) y se basa en el lenguaje el cual es un conjunto de sonidos articulados con que el hombre manifiesta lo que piensa o siente, es decir, el que empleamos para comunicarnos unos con otros.

Durante los primeros meses de vida escuchamos el lenguaje cuando nos hablan y se comunican entre sí nuestros familiares, y va creándose en nuestro mundo interior un lenguaje rudimentario asociado a vivencias y sensaciones. Por ejemplo, y me disculpan los papás porque lo hago sin ánimo de discriminación, “mamá” es algo que aparece cuando lloro, cuando tengo hambre, y que pronto relaciono el sonido “mamá” con mis necesidades básicas. Luego vendrán los balbuceos que nadie comprende, y de repente un día logramos coordinar dos sílabas: “pa-pa” (sí, es así en la mayoría de las veces, el primer sonido coherente y asociado que decimos es papá) y luego “mamá”, “más”, “no”… y es cuando realmente comenzamos a comunicarnos mediante sonidos y gestos,  haciéndonos entender lo que queremos y lo que no nos gusta. Aunque no somos conscientes de ello, estamos empleando una lectura a nivel concreto, es decir, asociamos sonidos articulados a cosas y personas. Nuestro lenguaje continuó creciendo proporcionalmente con nuestras experiencias sensoriales: al ver el parque lo llamamos “parque”; al escuchar música, “música”; al saborear la gelatina, “gelatina”; al sentir mucho frío, “frío”; al mal olor, “fo”, etc. Y escasos años después… vamos al cole, listos, con nuestras experiencias a cuestas que han consolidado un lenguaje interior compuesto por un vocabulario básico y  será el que emplean nuestros maestros para enseñarnos a leer.

Pero… ¿cómo ocurre?

Si antes asociábamos imágenes y vivencias con la palabra hablada, continuaremos haciéndolo para aprender a leer:

Por ejemplo: si yo os digo “casa, gato, ventana” os imagináis a una casa, a un gato y a una ventana, y muy probablemente sean las imágenes con las cuales las asociasteis siendo unos críos: una casa con techo a dos aguas y chimenea, dos ventanas y una puerta; un gato plácidamente dormido o al gato que tuvieron como mascota; una ventana con un barrotes de madera, uno en horizontal y otro en vertical para formar cuatro cuadrados con cristales. Pero, si os digo: “Me asomé a la ventana y vi que el gato estaba dentro de la casa” ¿Qué os imagináis ahora? ¿Acaso la ventana tenía barrotes? ¿Estaba el gato durmiendo? Y…¿la casa tenía el techo a dos aguas y etcétera, etcétera? No, simplemente os hicisteis la idea de que os asomasteis a una ventana y visteis a un gato. Nada más.
¿Qué ejecutó nuestro cerebro cuando leímos la oración? Descartó la información concreta innecesaria y operó a nivel abstracto, es decir, decodificó  y organizó de manera tal la información para que sea comprensible y tenga sentido. 

Y si yo os hubiera dicho: “Me asomé al gato y vi que la ventana estaba dentro de la casa”, primero habríamos decodificado e inmediatamente nos daríamos cuenta de que algo está mal, y si de verdad nos interesa que tenga sentido, entonces nos detenemos, organizamos y comprendemos. En otras palabras: debemos organizar para leer y comprender.

El método clásico o tradicional es con el cual la gran mayoría de nosotros aprendimos a leer. Primero fueron las vocales y luego las fuimos asociando con las consonantes en un determinado orden para obtener sonidos que se pronuncian en un golpe de voz:
Consonante-vocal: m, p, l, s, t, n, d, c (ca, co, cu), (ca, que, qui, co, cu), b, v, rr, r, f, j (ge, gi), g (ga, gue, gui, go, gu), ñ, ch, ll, y, z (za, ce, ci, zo, zu, h, k.
Consonate-consonante-vocal: pl, bl, cl, fl, gl, pr, br, cr, fr, tr, gr, dr.
Vocal-consonante: al, an, as, x, ar, am.
Vocal-vocal asociadas a consonantes: ia, ie, io, iu, ua, ue, ui, uo.


¿Y quién o qué determinó este orden? Fue el lenguaje, aquél con el cual aprendimos a comunicarnos cuando críos y que fuimos ampliando a medida que asociamos nuestras vivencias con los sonidos de nuestros mayores. La lectura se basa en el lenguaje hablado y ambos aprendizajes avanzan respetando un orden progresivo de dificultad pasando de lo concreto a lo abstracto, del análisis a la síntesis… ¡ups! ¿análisis? ¿síntesis? Ya llegaremos a ello en otro post. Por ahora espero os haya quedado claro el porqué prefiero el método clásico o tradicional.

4 comentarios:

  1. Muy buen artículo, y didáctico !!! El tema del lenguaje, el habla y su articulación con el pensamiento siempre me han interesado.

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  2. Gracias por tu comentarios, Luis.

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  3. Muy bueno el artículo, concuerdo totalmente con lo que expresas en él. Ciertamente es muy didáctico

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  4. Gracias, Bárbara. Me alegra saber que es didáctico. En otro post pretendo exponer acerca de otros métodos.

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