jueves, 3 de septiembre de 2015

No llores... que vas al cole

Cuando pensábamos que las vacaciones habían llegado para quedarse… ya comienzan los preparativos para el regreso a clases y, para muchos, será su primer día. Llantos desesperados, narices mocosas, gimoteos y bracitos extendidos, ojitos acuosos, padres que esconden los suyos detrás de gafas oscuras, debatiéndose entre salir corriendo para no verles llorar o abrazarlos y llevárselos de vuelta a casa. ¿Es posible sustituir esas lágrimas con sonrisas?

Sí, es posible. Y os cuento una experiencia personal:

Cuando mi hijo asistió a su primer día de colegio, la que lloró fui yo (a escondidas para que él no me viera) porque, como madre al fin y al cabo, lo iba a tener dos horas fuera de casa y sin mi protección. Recuerdo que fueron las dos horas más largas en mi corta vida de mamá. Intenté cocinar, leer, recoger, pero toda mi atención la dediqué a las manecillas del reloj. Cuando fui a recogerlo al colegio me recibió con un “¿qué haces aquí?”, giró sobre sus pies y se despidió de mí. Miré a la maestra, me sonrió y, a modo de consuelo, me dijo: «a partir de mañana puede asistir en el horario regular. No lloró ni preguntó por su mamá o papá, más bien se dedicó a preguntar a los otros niños el porqué lloraban». En ese momento me sentí aliviada, esa personita de tan solo tres años de edad me estaba demostrando que me había escuchado cuando la conté, días antes, que iba a ir al colegio, un lugar para aprender a hacer y conocer historias interesantes.

¿Qué contar y no contar a nuestros hijos sobre lo que van a vivir en su colegio? Yo me transo por la verdad: dibujarás, colorearás, aprenderás a leer y a escribir, jugarás, harás nuevos amigos, llevarás merienda que podrás compartir, tendrás recreos, tendrás un profesor o profesora que te hablarán de cosas nuevas e importantes para ti, y también tendrás que obedecer como lo haces en casa. Si te portas mal, yo me enteraré. Y si te hicieras pupa, también me enteraré, y si… cualquier cosa que te ocurra, también me enteraré.

¿Qué más hacer en esos días previos? Ir con nuestro hijo a comprar sus útiles escolares, la ropa o uniforme, viandera, mochila… Hacerlos partícipes de esa preparación que se repetirá y compartiremos curso tras curso escolar hasta que ellos lo hagan sin nuestra ayuda.

Puede que nuestro niño suelte alguna lagrimita a pesar de nuestros “previos”, tal vez lo haga al ver que otros lloran o porque extraña “a ratitos” a su mamá y papá, abuela y abuelo, pero de lo que sí estoy segura es que su primer día no será tan espinoso ni se sentirá abandonado.

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