martes, 3 de febrero de 2015

Afrontando la "Examinitis"


Una vez le pregunté a un alumno antes de que presentara el examen:
—¿Preparaste bien, bien los temas?
—Sí —me contestó de inmediato y a continuación agregó—: pero me siento como Sócrates.
—¿Cómo Sócrates, el filósofo?
—Sí, porque ahora estoy seguro de que yo solo sé… que no sé nada.

El miedo corrompe, impide vaciar contenidos aprendidos en un folio de papel. Los profesores siempre decimos que si estudian, aprueban. Pero esto, sabemos, no siempre se cumple. Hay que aprender a resolver exámenes para perder el miedo.

Si, ya sé que hay alumnos que estudian un solo tema de tres y se la juegan. Otros se “matan” dos días antes del examen. Y los hay de los que simplemente se presentan sin siquiera repasar los apuntes de clase y confían en su memoria. En este post no me voy a referir a estos casos, sino a todos aquellos niños y jóvenes que realizan los pasos sugeridos para estudiar, sean para las materias teóricas (previa lectura del tema en el libro, subrayar con resaltador las ideas principales, hacer un esquema, resumir asociando ideas de los apuntes y del libro y por último, autoevaluarse) o materias prácticas (leer la teoría, hacer esquema y resolver ejercicios y problemas en abundancia, autoevaluarse) y sin embargo, no logran aprobar un examen.

Existen diferentes tipos de exámenes y el más común es el de desarrollo: entre seis y diez preguntas, como por ejemplo: Diga las características del Romanticismo en España y cite los escritores que lo representan (Literatura) o Describe las funciones de la mitocondria (Biología), que solo pueden ser respondidas mediante la redacción de un texto y no debe de ser para nada esquemático, todo lo contrario. Además, a partir de cierto nivel escolar, son tomados en cuenta los errores ortográficos y pueden disminuir la nota global hasta en dos puntos.

Entonces… ¿Qué hacer?

Un primer paso es cómo afrontar una situación de examen:

Lo recomendable es, inmediatamente después de haber colocado nombre y apellido, leer todas las preguntas y luego comenzar a responder por la que mejor sepa, recuerde, domina. Esto parecerá una tontería, pero no lo es cuando el miedo es el que está presente en ese momento. Responder la primera con confianza ayudará a contestar la segunda, luego la tercera y sucesivamente hasta que se agota el tiempo. Valen más cinco o seis preguntas bien desarrolladas que diez a medias tendiente a malas.

Hay un ejercicio muy sencillo que podemos usar para que los alumnos se den cuenta de la importancia de leer primero todo el examen (lo he hecho y ha resultado interesante): Examen sorpresa sobre un tema con 20 preguntas para responder en no más de dos líneas cada una (debajo de cada pregunta se colocarán dos rayas en blanco). La penúltima pregunta dice: Responder solamente las preguntas número 10, 12, 13, 18 y 20. La orden verbal antes de repartir los exámenes es: “Tenéis veinte minutos para contestar”.

Os aseguro que pocos serán los que lean la totalidad de las preguntas antes de responder. Por si alguno se da cuenta de la trampa, invítelo a callar silenciosamente. Una vez agotado el tiempo y sin retirar los exámenes, pida que levante la mano quienes hayan contestado hasta la pregunta 10, luego los que llegaron hasta la quince y por último, la veinte. Es una buena ocasión para compartir opiniones y sentimientos con los alumnos. Por supuesto que, claro está, este examen carece de valor alguno para la nota final del trimestre.

Otro punto importante a ejercitar es el de aprender a leer los enunciados para saber cómo deben de ser respondidos. No es lo mismo describir que enumerar, resumir que desarrollar, explicar que definir, y esto debe de estar claro para el alumno. “Ah, es que yo pensé que tenía que…” es lo que acostumbran manifestar en estos casos, sin darse cuenta de que son los mismos enunciados de los ejercicios propuestos para deberes o tareas diarias. Una vez más el miedo es el que gobernó durante el examen. Ideal sería que los alumnos conservaran sus exámenes y pudieran observar, tranquilamente, dónde fallaron, porque del error también se aprende.

También es necesario que los alumnos sepan que preguntar una duda sobre el enunciado durante el examen está permitido, que no es punible ni tampoco baja la nota. Muchos no lo hacen porque han sido enseñados que durante el tiempo de examen no está permitido hablar y generalizan incluyendo al profesor.

Y por último, enseñemos a respirar para relajar y soltar el stress. Hay muchas técnicas de relajación, pero días atrás leí una muy sencilla y fácil de aplicar: Respiración 4-7-8 del Dr.Weil. Primero, vaciar el aire de los pulmones exhalando por la boca, luego Inhalar aire por la nariz contando hasta cuatro, retener el aire hasta llegar a siete y por último exhalar lentamente por la boca hasta la cuenta de ocho. Inviten a sus alumnos a practicarlo en casa. (Más información en: http://guisabanes.name/respirar/2014/11/02/respiracion-4-7-8/ o en internet).


Ya que, por ahora, el sistema educativo incluye los exámenes de desarrollo como el principal medio de evaluación escrita, entonces ofrezcamos herramientas que ayuden a superarlos, a crear la autoconfianza que necesitarán en el mundo laboral, porque ahora son notas las que reciben a cambio de su esfuerzo diario y continuo, y mañana serán la paga o sus honorarios. 

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