—¿Preparaste bien, bien los temas?
—Sí —me contestó de inmediato y a continuación agregó—: pero
me siento como Sócrates.
—¿Cómo Sócrates, el filósofo?
—Sí, porque ahora estoy seguro de que yo solo sé… que no sé
nada.
El miedo corrompe, impide vaciar contenidos aprendidos en un
folio de papel. Los profesores siempre decimos que si estudian, aprueban. Pero
esto, sabemos, no siempre se cumple. Hay que aprender a resolver exámenes para
perder el miedo.
Si, ya sé que hay alumnos que estudian un solo tema de tres
y se la juegan. Otros se “matan” dos días antes del examen. Y los hay de los
que simplemente se presentan sin siquiera repasar los apuntes de clase y
confían en su memoria. En este post no me voy a referir a estos casos, sino a
todos aquellos niños y jóvenes que realizan los pasos sugeridos para estudiar,
sean para las materias teóricas (previa lectura del tema en el libro, subrayar
con resaltador las ideas principales, hacer un esquema, resumir asociando ideas
de los apuntes y del libro y por último, autoevaluarse) o materias prácticas
(leer la teoría, hacer esquema y resolver ejercicios y problemas en abundancia,
autoevaluarse) y sin embargo, no logran aprobar un examen.
Existen diferentes tipos de exámenes y el más común es el de
desarrollo: entre seis y diez preguntas, como por ejemplo: Diga las características del Romanticismo en España y cite los
escritores que lo representan (Literatura) o Describe las funciones de la mitocondria (Biología), que solo
pueden ser respondidas mediante la redacción de un texto y no debe de ser para
nada esquemático, todo lo contrario. Además, a partir de cierto nivel escolar,
son tomados en cuenta los errores ortográficos y pueden disminuir la nota
global hasta en dos puntos.
Entonces… ¿Qué hacer?
Un primer paso es cómo afrontar una situación de examen:
Lo recomendable es, inmediatamente después de haber colocado
nombre y apellido, leer todas las preguntas y luego comenzar a responder por la
que mejor sepa, recuerde, domina. Esto parecerá una tontería, pero no lo es
cuando el miedo es el que está presente en ese momento. Responder la primera
con confianza ayudará a contestar la segunda, luego la tercera y sucesivamente
hasta que se agota el tiempo. Valen más cinco o seis preguntas bien desarrolladas
que diez a medias tendiente a malas.
Hay un ejercicio muy sencillo que podemos usar para que los
alumnos se den cuenta de la importancia de leer primero todo el examen (lo he
hecho y ha resultado interesante): Examen sorpresa sobre un tema con 20
preguntas para responder en no más de dos líneas cada una (debajo de cada
pregunta se colocarán dos rayas en blanco). La penúltima pregunta dice: Responder solamente las preguntas número 10,
12, 13, 18 y 20. La orden verbal antes de repartir los exámenes es: “Tenéis
veinte minutos para contestar”.
Os aseguro que pocos serán los que lean la totalidad de las
preguntas antes de responder. Por si alguno se da cuenta de la trampa, invítelo
a callar silenciosamente. Una vez agotado el tiempo y sin retirar los exámenes,
pida que levante la mano quienes hayan contestado hasta la pregunta 10, luego
los que llegaron hasta la quince y por último, la veinte. Es una buena ocasión
para compartir opiniones y sentimientos con los alumnos. Por supuesto que,
claro está, este examen carece de valor alguno para la nota final del
trimestre.
Otro punto importante a ejercitar es el de aprender a leer
los enunciados para saber cómo deben de ser respondidos. No es lo mismo describir que enumerar, resumir que desarrollar, explicar que definir, y
esto debe de estar claro para el alumno. “Ah, es que yo pensé que tenía que…”
es lo que acostumbran manifestar en estos casos, sin darse cuenta de que son
los mismos enunciados de los ejercicios propuestos para deberes o tareas
diarias. Una vez más el miedo es el que gobernó durante el examen. Ideal sería
que los alumnos conservaran sus exámenes y pudieran observar, tranquilamente,
dónde fallaron, porque del error también se aprende.
También es necesario que los alumnos sepan que preguntar una
duda sobre el enunciado durante el examen está permitido, que no es punible ni
tampoco baja la nota. Muchos no lo hacen porque han sido enseñados que durante
el tiempo de examen no está permitido hablar y generalizan incluyendo al
profesor.
Y por último, enseñemos a respirar para relajar y soltar el
stress. Hay muchas técnicas de relajación, pero días atrás leí una muy sencilla
y fácil de aplicar: Respiración 4-7-8 del Dr.Weil. Primero, vaciar el aire de
los pulmones exhalando por la boca, luego Inhalar aire por la nariz contando
hasta cuatro, retener el aire hasta llegar a siete y por último exhalar
lentamente por la boca hasta la cuenta de ocho. Inviten a sus alumnos a
practicarlo en casa. (Más información en: http://guisabanes.name/respirar/2014/11/02/respiracion-4-7-8/ o en internet).
Ya que, por ahora, el sistema educativo incluye los exámenes
de desarrollo como el principal medio de evaluación escrita, entonces
ofrezcamos herramientas que ayuden a superarlos, a crear la autoconfianza que
necesitarán en el mundo laboral, porque ahora son notas las que reciben a
cambio de su esfuerzo diario y continuo, y mañana serán la paga o sus
honorarios.
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