martes, 14 de octubre de 2014

De tareas y deberes...

No importa la edad que tengan nuestros hijos, ellos traerán tareas para realizarlas en casa. Sí, ya sé que es un incordio, sobre todo cuando aún son pequeñines y el sol de la tarde nos invita a disfrutar del parque.

Detengámonos un momento y pongamos negro sobre blanco un tema que muchos de nosotros obviamos. Me refiero a una de las muchas metas que tiene la educación, sea fuera como dentro de instituciones educativas: Instaurar el uso adecuado de herramientas para el logro de objetivos. A lo largo de los años y en la medida que van creciendo nuestros hijos,  aprenderán desde la importancia del aseo hasta escribir una monografía, calcular lo que tardará en caer un balón desde la azotea de un edificio, saber qué ocurrirá si se mezcla un hidróxido con un ácido y cuáles son las consecuencias si la alimentación no se rige por una dieta balanceada.

¿Y son éstas las herramientas? Pues... no. Estos son contenidos, información organizada que se imparten paulatinamente según la edad de nuestros hijos. Las herramientas, en cambio, son simples y son las que empleamos durante toda la vida: cumplir rutinas y horarios, aprender a establecer prioridades, organización del área de trabajo, escuchar, hablar, responder, leer, escribir, comentar, calcular, razonar, investigar, cuestionar, pensar… Herramientas que ayudarán a obtener desde un aprobado hasta la máxima puntuación sin que sean un sacrificio para ambos, padres e hijos. ¿Y os parece poco? ¿Y os parece poco que todos los días nos despertamos, marcamos tarjeta y traigamos a casa cada fin de mes el dinero para mantener a nuestras familias? Un trabajo remunerado, sea en propio como por cuenta ajena, implica el cumplimiento de una serie de normas para obtener una retribución monetaria, es decir, un uso adecuado de las herramientas que hemos aprendido a manejar.

Las tareas asignadas diariamente en el colegio para hacer en casa y que al principio de la escolarización no son muchas, pero a medida que nuestros hijos avanzan de curso, aumentan (resignémonos…) y pueden resultar pesadas, un fastidio y acaban en la mayoría de los casos en discusiones infértiles, boletines con varios suspensos y a tomar la decisión anticipada de no continuar estudiando una vez obtenido el certificado de Educación Secundaria Obligatoria.

Hablemos con nuestros hijos y pactemos normas en base a prioridades. En tiempos de cole lo más importante es cumplir con las tareas, trabajos y estudiar, sin que esto deje de lado sus responsabilidades familiares.

Ayúdenlos a organizar el tiempo y acuerden horarios en una proporción de tres cuartos para los estudios y deberes (tanto los del colegio y los de casa), y un cuarto para jugar (por ejemplo, tres horas/una hora de lunes a viernes).

Revisar los deberes diarios asignados, preguntarles los temas del día son una sana costumbre que, además de saber si han cumplido o no, son quince a treinta minutos adicionales para compartir con nuestros hijos (el equivalente al descanso en un partido de fútbol y la prórroga en caso de empate, respectivamente).


Os invito a borrar la línea divisoria entre el colegio y la casa, a hacer un paréntesis en el día a día y ayudarles a utilizar las herramientas que asegurarán el logro de sus metas personales.

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