jueves, 18 de septiembre de 2014

El agobio de la queja

Yo no recuerdo a mi padre quejándose de tener que trabajar, a mi madre tampoco. Sin embargo, hoy día todos nos quejamos, desde adultos hasta niños. Conjugamos el verbo “quejar” como si alguien nos hubiera prometido un premio. Yo me quejo, tú te quejas, él se queja, ella se queja, nosotros nos quejamos, vosotros os quejáis, ellos se quejan. Acabamos el día agobiados con tantas quejas oídas.

Por supuesto que, el que no lo hacía, acabará quejándose, simplemente por imitación o por no ser menos que el otro (yo no puedo tener menos problemas que tú, ¡yo tengo más!)

Y cuidado: si no te quejas te ven como un bicho raro. No importa de qué va la queja, ¡hasta vale quejarse del tiempo! Que si hace calor, que si hace frío, que si mucho viento, que si demasiado sol.

¿Quejicas o inconformistas?  Inconformistas, contestaremos al unísono. Los seres humanos siempre queremos más y por eso hemos llegado a dónde llegamos... Si, hemos llegado a un punto tal que hasta nuestros hijos se quejan de que tienen que estudiar. Si escuchan a sus padres quejarse de tener que trabajar, los niños no van a ser de menos. 

1 comentario:

  1. Así de claro y sencillo . Tanto como la realidad que estamos viviendo. Todo resulta ser una carga y hasta arremetemos con la meteorología .Oímos decir que vivimos tiempos difíciles pero en realidad no lo son ya que todo nos resulta muy duro .

    ResponderEliminar