miércoles, 9 de abril de 2014

El futuro del pasado ya está aquí

Es sorprendente ver la cantidad de personas que hoy día se les ve leyendo en un ereader, una Tablet o incluso, en sus móviles. Esos pequeños monstruos electrónicos que ocupan tan poco espacio y contienen tantas… No, tantas no. ¡Muchas funciones! Desde cámara, álbum de imágenes, juegos, calculadores, buscadores en internet, correo electrónico, diccionarios, libros digitales (ebooks), procesadores de palabras, en fin, para no marearles: una computadora de mesa que puede caber en un bolsillo.

Sí, ciencia ficción de ¿cuántos años atrás? Tal vez cuarenta para no exagerar. Yo lo vi en Star Trek: sacaban un artilugio no más grande que la palma de la mano y se comunicaban con eso  a miles de kilómetros, y yo, miraba mi aparato de teléfono, era negro y con disco… Y en el mismo episodio consultaban datos en otro artefacto, del tamaño de un libro… ¡Genial! Pensé entonces.

Cierto, eso lo pensé entonces sin imaginar que amanecería en el siglo XI con algo similar en venta en cualquier tienda de productos electrónicos: Las tablets. Hasta hace pocos años las ofrecían con precios inaccesibles, pero ahora… hasta nosotros tenemos uno en casa. Conozco niños no mayores de diez años que lo han pedido para las Navidades y hoy juegan en una.

La Tablet, una magnífica tecnología que no llega a pesar más de 500 gr. Medio kilo que podría contener TODOS los libros de secundaria y bachillerato, además de una enciclopedia y dos diccionarios. Y todavía sobraría espacio para almacenar muchos más documentos.
Pero permítanme, antes de seguir adelante, aclarar una cosa: No soy vendedora ni fabricante de tablets ni móviles. Soy una simple usuaria más.

Retomando la línea, compartía con vosotros que una Tablet no pesa más de medio kilo. ¿Se imaginan a nuestros hijos con cuatro kilos y medio menos de peso en sus mochilas? Sólo cuadernos o carpetas con folios, un estuche y la Tablet. Aaah… hasta a mí me duele menos los hombros. Por supuesto, habría que agregar un o unos cuadernillos para las materias que requieren desarrollos prácticos en papel.

¿Difícil de llevar a cabo? No lo creo. Las editoriales ya trabajan los textos escolares con impresión digitalizada, por tanto, podrían ofrecerse a muy bajo precio (ya que no hay gastos de papel y tinta, encuadernación y distribución) y simplemente se descargarían los pdf o similar desde Internet (previo pago, desde casa o en librerías).

¿Y cuánto me cuesta una Tablet? Pues… sorpresa, sorpresa: una sencilla con suficiente capacidad de almacenamiento y funciones básicas, hoy día, no supera los cien euros. Mucho menos que una computadora de mesa o un portátil…

Me suena tan simple… que asusta. ¿Por dónde saltará la liebre? Espero que las editoriales no salgan con que los libros continuarían siendo igual de costosos o que los fabricantes de las nuevas tecnologías se enfrasquen en que su modelo es el mejor, o que los padres deseen ostentar por la mejor del mercado… Lo que sí espero que ocurra es que no quede relegado el objetivo principal: Una educación más actual que brinde verdaderas bases para el mañana.

Por mi parte solo sé que, en mi casa al menos, las baldas de mi biblioteca y el e-reader tendrían nuevos libros de lectura, todos aquellos que he tenido que dejar de comprar para adquirir los de textos escolares, porque anotar, subrayar es parte esencial del aprendizaje ¡y en una Tablet también se puede hacer! 

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