Llegaron las vacaciones de verano… y también un problema muy
grande: ¿Qué hacer con los niños? Entre otras, algo sencillo: Permítanles que
se aburran.
En los primeros días de vacaciones nuestros hijos encontraron
un montón de actividades con las cuales entretenerse por cuenta propia, todas
aquellas que no pudieron disfrutar durante el curso escolar y a plenitud: ver
televisión en las mañanas (y también en las tardes y en las noches y si nos
descuidamos, en la madrugada), jugar, darle a los dedos gordos sobre un
artefacto electrónicos hasta quejarse de que les duelen, patear un balón en el
patio, escuchar música y ver vídeos en el móvil. Nótese que no he incluido
leer, aunque sea en una Tablet, un ordenador o un libro. ¿Por qué no lo hacen?
La respuesta os la doy con una pregunta: ¿acaso vosotros tenéis ganas en
vacaciones de poneros a calcular el presupuesto del año, o de pintar la casa, o
de cocinar, o de cualquier otra actividad que hacen cuando trabajan?
Pero, transcurridos los primeros quince días, nuestros hijos
reclaman nuestra atención. La gran mayoría nos dicen “me aburro”.
La vez que mi hijo me dijo esa frase le contesté: Tienes dos
repisas con libros, tebeos y un ordenador en tu habitación, por tanto no
comprendo cómo puedes estar aburrido. Se devolvió sobre sus pasos y no le vi el
pelo hasta que me asomé por la puerta de su dormitorio. Estaba echado sobre su
cama leyendo uno de Harry Potter. Desde aquel entonces (cuando mi hijo tenía
unos ocho años) en mi casa existe una nueva palabra: “desabúrrete”.
Hay que permitir a los niños aburrirse para que puedan tomar
sus propias decisiones. La primera es que estar aburrido está permitido. La
segunda y más importante, que aburrirse o no solo dependerá de ellos mismos. No
está de más indicarles de que a cualquier edad es bueno observar en qué
decidieron emplear su tiempo no vaya a ser que… se les haya ocurrido una magistral
idea que después lamentaremos. En mi caso, por ejemplo, una tarde descubrí que
toda la cocina estaba tapizada con harina (suelo, paredes, encimera, muebles);
mi hijo había decidido hacer pan.
Imagen compartida por Joanne Kirves 06-21-2009 |
Los niños que se aburren, por lo general, es porque han estado
acostumbrados a que nosotros le digamos qué hacer o dejar de hacer. Una cosa es
sugerir y otra, señalarles constantemente el camino.
Hay niños que, durante las vacaciones, descubrieron que la
lectura por placer es entretenida y que, nada tiene que ver con las obligadas en
el colegio. Está en nosotros tener la paciencia de ir a la biblioteca y buscar
libros que los atrapen, y luego, en casa, establecer el momento más adecuado
para que se sienten a leer, puede que sea después de la comida o mientras
esperan por ella, por ejemplo. Cada hogar tiene su rutina, es cuestión de hacer
un huequito para la lectura.
Y recuerden, si os ven leer, ellos leerán.
Tiempos quellos en que leer a Dickens era un entretenimiento perseguido por los padres por demasiado frívolo.
ResponderEliminarY ahora, nuestros hijos leen historias de vampiros y monstruos como algo muy natural.
ResponderEliminar